22 de junio de 2009

Discos baratos: homenaje a Nadir Madriles



Cuando empecé a comprar discos, allá por los finales de los 80 y primeros 90, tenía una cosa clara: con el poco dinero que me daban de propina, no se podían hacer milagros. Además en el campo que a mí me gustaba por entonces, la música antigua y barroca con instrumentos de época, había pocas versiones baratas, como mucho un sampler con catálogo de alguna discográfica, con lo cual no me quedaba otra opción que escuchar la radio y grabar en cinta todo lo que pudiera interesarme. Hubo excepciones, como aquella Reina de las Hadas dirigida por Alfred Deller en el sello Harmonia Mundi,que me regalaron por mi cumpeaños, pero el panorama en este campo era desértico.


Pasaron los años y mis gustos se ampliaron. Me interesaba ya toda la historia de la música clásica, y fue entonces cuando apareció en mi vida de melómano, una sección de la revista musical Scherzo, que tenía por nombre el Baratillo. Se trataba de una página que guiaba al comprador de pocos posibles, ofreciendo versiones de discográficas desconocidas y cuyo precio era inferior a las mil pesetas la unidad, norma esta que no fue modificada a lo largo del tiempo que duró la sección. El autor del Baratillo, que respondía al nombre-seudónimo de Nadir Madriles, llamaba a todo este conjunto de sellos de medio pelo el "circuito asilvestrado". Solía hacer sus compras en Madrid, en tiendas como Vips, La Metralleta, Madrid Rock, MF, y otros garitos y zahúrdas que por la capital pululaban, además de las grandes superficies. Era una empresa de riesgo incierto y romántica, pero que daba a la búsqueda de estas gangas un atreactivo especial.


Los sellos baratos tuvieron su eclosión y su edad dorada en la década de los noventa. Abundaron al principio las grabaciones de orquestas de Europa del Este, sobre todo las eslovacas, dirigidas en algunos casos por directores conocidos y de calidad, como Zdenek Kosler, Libor Pesek o Vaclav Smetacek. Una fórmula que también usó un incipiente sello llamado Naxos, que luego ha dado el salto hasta convertirse en líder de ventas con su política de precios ajustados. El sello barato debía ser por naturaleza cutre: ausencia total de libreto, incluso había casos donde no se encontraba ni el minutaje, portadas horrorosas, y, por desgracia en muchos casos, información falsa. Se estableció la costumbre en algunas firmas de usar nombres ficticios de orquestas y directores. Alfred Scholz, Carlo Pantelli, Henry Adolph o Alberto Lizzio, son ejemplos paradigmáticos de lo que digo. Estos nombres falsos encubrían un buen ramillete de grabaciones, muchas de ellas procedentes de radios, como la ORF, y otras de directores u orquestas de más relumbrón, pero que por mor de los contratos, oscurecían su identidad. Aunque se han establecido listas que permiten descifrar alguno de estos discos, era preferibles pasarlos por alto.
Una lista no completa ni exhaustiva de estos sellos servirá de ejemplo para comprobar como tuvieron su mercado en aquellos lejanos años: Pilz, Point Classics, Opera, Opera Magics, Gold Classics, Prestige Classics, Virtuoso, Nota Blu, Vienna Classics, Disky, Tim, Zyx, Donau, Laserlight, Viola, The World of the Opera, Lincorne Classics, Bella Musica, Saphir, Vox, Cirrus, etcétera. También entró en liza el mundo de las licencias. Muchas casas se aprovisionaron de grabaciones antiguas, con mejor o peor fortuna en sus reprocesados, con lo que un comprador de gangas podía hacerse con grabaciones de Furtwangler, o Pau Casals, o Arthur Schnabel por poner tres ejemplos al azar, e incluso grabaciones en perfecto estéreo de Kurt Sanderling o André Cluytens.
Las búsquedas de Madriles daban unos frutos portentosos que los lectores de la revista devorábamos con fruición. Se llegó a establecer una red epistolar o de mails entre Don Nadir y los distintos aficionados. Algunos discos de los reseñados llegaban a las provincias, otros no pasaban de Madrid, o, lo que era peor, del extranjero, provocando más de una protesta respetuosa. Con la llegada de Internet, la compra por la red permitía opciones más diversificadas. Cuanto más raro fuera el album, mayor placer producía su compra.
Pero todo llega a su fin. Muchos de estos sellos fueron desapareciendo, poco a poco. Al final el panorama se clarificó bastante. Naxos había abandonado su cutrez inicial y era ya una multinacional. El pastel se lo acabaron repartiendo la firma holandesa Brilliant, que hoy también ha elevado su status, y la alemana Membran, heredera de Tim, que aunque menos cuidadosa que sus hermanas, sí tiene joyas apreciadas por los discófilos, como las cajas dedicadas a cantantes del pasado, o la magna edición Raucheisen. Otros sellos como Archipel o Andromeda, andan bastante perdidos hoy en día. Ante esta situación más bien pobre, Nadir Madriles decidió dejarlo, a principios de este siglo, más o menos. A todos nos dolió y creímos que al moribundo le podía quedar algún año más de vida. Pero el tiempo le ha dado la razón al bueno de Don Nadir. Supo retirarse a tiempo.
Hoy en día, con una industria del disco que agoniza, y que sin respeto por el amante del soporte físico, sea este vinilo, cd o dvd, parece que vuelca todas sus fuerzas en el negocio por la red, una vista atrás a aquellos años de primacía del compact disc, donde florecían como setas sellos cutres, me sirve para homenajear a Nadir Madriles y a su política de compra inteligente, en la que no siempre lo bueno sale caro. Incluso yo, que ahora podría permitirme compras más caras, sigo fijando mi presupuesto máximo en 7 euros, y en casos de rebaja, no menos del 50%, demostrando con ello haber llegado a ser un buen discípulo de tan gran maestro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy acertado artículo en tu blog. Efectivamente desde Argentina también seguíamos a Nadir Madriles en Scherzo mezcla de Sherlock Holmes del disco y Jubilado con tiempo libre demás, que número tras número nos deleitaba con sus hallazgos. Era mi época de estuadiente, así que valoraba más aquellos sellos que ofrecían la posibilidad, como bien comentas, que por 5/6 dolares te entregaban para siempre el Simone Verdiano de Gobbi o la Aida de Tokio con del Mónaco en un stereo impecable. Que otra revista se empezabaa leer por la última hoja??? Sólo scherzo. Gracias Nadir donde quieras que éstes, gracias por cita en el blog. Atte Mariano M.