7 de junio de 2009

Arte y realidad




La primera vez que mi amigo Curro y yo vimos el cuadro Hylas y las ninfas de Waterhouse, quedamos impresionados. Nuestra afición por la pintura prerrafaelita era conocida, pese a sus detractores y a quienes creen que el arte por el arte merece condena. De nada vale decir que Rossetti no dibuje bien o que copie de forma constante y obsesiva la imagen de Jane Morris, mujer con un mentón tan prominente y bello que sólo es igualado en mis fantasías estéticas por la actriz Julianne Moore. Y la androginia boticelliana de Burne Jones no sólo es un handicap, sino una virtud de su pintura. En Waterhouse podemos ver también la repetición del rostro femenino, infantil e ingenuo pero que a la vez puede llevarte a aguas insondables y tramposas. Ese Hylas que, de forma graciosa, comparábamos con el futbolista Nadal, está derrotado de antemano, como Curro y yo, por la atmósfera de mito, de irrealidad del arte, de placenta en la que a veces los sensibles queremos escondernos para huir de la realidad gris. Este medievallismo prerrafaelita, este narcótico del alma, que implica cierto grado de cobardía, pero también una búsqueda de rincones elegidos, nos subyugaba. Por eso nos empeñamos en saber quién era Waterhouse. La ética y la estética pedían a gritos su unión. Waterhouse debía ser un joven caballero rubio, de altas dotes espirituales, plenamente aristocrático. Creo que fue en un libro de Luis Antonio de Villena, donde vimos al artista: mayor, barbudo, decimonónico, impersonal. A sus pies un perro indefinido, sin una gracia especial, fiel, eso sí, pero no egregio. Jamás el choque con la realidad fue tan abrupto. Por eso, amigo Curro, aún sabiendo que nosotros debemos mirar de frente a lo real, esta metáfora del cuadro y la foto, del arte y la vida, de lo elevado y lo pedestre, nos invita a la reflexión.

1 comentario:

curro dijo...

Viva el arte por el arte y el arte como refugio ante la mediocridad o como búsqueda de ese algo más.
Sin caer en idealizar una imagen, para luego chocar de frente con la realidad más áspera.